lunes, 14 de noviembre de 2016

El Guayacán- cuento corto






El Guayacán
De: Leida Esteva es Goteva

            El abuelo Surem solía contar cuentos de la historia de los taínos a su nieto Pedrito.  En las tardes sentaba a Pedrito en sus piernas y le contaba alguna historia fantástica sobre el pueblo taíno.  El abuelo era descendiente de esta raza y se sentía orgulloso de ella por eso le contaba a Pedrito sobre su origen indígena. Ese día el abuelo Surem comenzó su historia sobre el origen del árbol de Guayacán.-Mira, Pedrito, escucha con atención esta historia porque sabrás lo que significa la valentía y la fe.- le dijo el abuelo a su nieto.

            Esta historia se remonta al tiempo de la colonización de los españoles en las tierras de Borinkén hacia el 1493.  Cuando llegaron los españoles a la hermosa isla del Caribe, encontraron una raza de taínos que los miraban con asombro porque nunca habían visto personas de piel blanca y con tanto pelo en la cara. Estaban divididos en comunidades alrededor de la isla y cada comunidad tenía un jefe o cacique que los dirigía.  Una de esas comunidades vivía en el pueblo que hoy conocemos como Cabo Rojo.  Allí el cacique se llamaba Guaya y era un taíno de piel dorada que era reconocido como un jefe valiente que defendía a su pueblo sin miedo ante el abuso de los nuevos conquistadores.
            El jefe Guaya veía el maltrato que los españoles le daban a su pueblo alrededor de la isla.  Solía irse a pensar en soluciones a lo alto de una de las montañas de su pueblo.  Siempre se decía a sí mismo:- "Aunque estos blancos quieran destruirme, nunca me rendiré.  Mi raza será recordada por todas las personas a través de toda la eternidad". -

            Un día vio cómo un español de nombre Gerardo golpeaba a una mujer taína porque ésta no quería amarlo como él pretendía.  La pequeña Ariché  se resistía a estar con el Capitán Gerardo porque amaba a un joven de la tribu llamado Nahua.  Ariché significa atardecer y Nahua significa agua, por eso los amantes decían que antes de abandonar su amor morirían juntos para que nadie olvidara su amor.  Por eso vemos que el momento más hermoso del atardecer se ve sobre las aguas del horizonte. El cacique Guaya ayudó a los jóvenes a escapar del Capitán español y vivieron escondidos muchos años hasta que el cruel militar los encontró y les dio muerte a ambos.  Guaya lloró en lo alto de su montaña, pero no dejó de decirse a sí mismo: :- "Aunque estos blancos quieran destruirme, nunca me rendiré.  Mi raza será recordada por todas las personas a través de toda la eternidad". -


             Otro día el Cacique Guaya se encontraba en una de las minas donde trabajaban los indios como esclavos.  Veía cómo los capataces españoles golpeaban a los indios para que apuraran su trabajo.  Uno de los más viejos esclavos que allí se encontraban se llamaba Ikal, que en taíno significa espíritu.  El anciano ya no tenía fuerzas para el trabajo tan duro de la mina, pero el capataz español no veía su fragilidad y lo golpeaba para que avanzara a sacar el oro.  Guaya intervino con el capataz hasta que logró golpearlo en la cabeza y ayudó al anciano a escapar a las montañas.  Por tal acción Guaya fue golpeado tan fuerte que casi muere ante el castigo tan cruel. Luego de varios días de encierro fue liberado y Guaya nuevamente subió a su montaña para pensar en una posible solución o tal vez para orar a su dios Yocahú. Terminaba sus oraciones diciéndose a sí mismo: :- "Aunque estos blancos quieran destruirme, nunca me rendiré.  Mi raza será recordada por todas las personas a través de toda la eternidad". -

            Muchos abusos trató de evitar el buen jefe Guaya ante el abuso de los españoles.  Vio cómo su raza se mezclaba con otras dejando atrás su propia personalidad. Enfrentó epidemias que los españoles trajeron en sus cuerpos que mató a cientos de taínos.  Pero en sus oraciones siempre existía la promesa que se hizo a sí mismo: :- "Aunque estos blancos quieran destruirme, nunca me rendiré.  Mi raza será recordada por todas las personas a través de toda la eternidad".-

            Años más tarde Guaya murió en su montaña, solo y sin la compañía de su mujer.  Murió con el dolor de no haber evitado la tragedia de su pueblo, pero con la esperanza de que nunca fueran olvidados. Sus restos físicos se mezclaron con la tierra fértil de la montaña y de ellos floreció un árbol hermoso de blanco tronco. La corteza gris pálida, áspera y acanalada; posee de tres a cinco pares de hojuelas recordando la mezcla de razas de lo puertorriqueños. Lo más significativo de este árbol es que es reconocido por su madera como la más dura del mundo.  Hoy día se utiliza para hacer hélices de avión por su dureza.  Todo el mundo conoce este árbol que tiene como nombre "Guayacán".  La promesa del cacique Guaya se vio cumplida y todos en el planeta reconocen la dureza de este árbol y la promesa cumplida por el universo al cacique Guaya que siempre dijo que su raza sería recordada.

            El abuelo Surem dio por terminada su historia con lágrimas en sus ojos.  Su cuento le recordaba la historia de los taínos en tiempos de la conquista española y sabía que su raza estaba casi extinta a causa de aquellos eventos de la historia.  Pero al mirar el árbol de Guayacán que había en su patio en lo alto de la montaña, su corazón palpitaba con fuerza pensando en la valentía de su pueblo en momentos de crisis cuando lucharon hasta la muerte por su gente. El abuelo Surem siempre ve al cacique Guaya en el fuerte tronco del Guayacán.
Fin




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