El Guayacán
De: Leida Esteva es Goteva
El
abuelo Surem solía contar cuentos de la historia de los taínos a su nieto
Pedrito. En las tardes sentaba a Pedrito
en sus piernas y le contaba alguna historia fantástica sobre el pueblo
taíno. El abuelo era descendiente de
esta raza y se sentía orgulloso de ella por eso le contaba a Pedrito sobre su
origen indígena. Ese día el abuelo Surem comenzó su historia sobre el origen
del árbol de Guayacán.-Mira, Pedrito, escucha con atención esta historia porque
sabrás lo que significa la valentía y la fe.- le dijo el abuelo a su nieto.
Esta
historia se remonta al tiempo de la colonización de los españoles en las
tierras de Borinkén hacia el 1493.
Cuando llegaron los españoles a la hermosa isla del Caribe, encontraron
una raza de taínos que los miraban con asombro porque nunca habían visto
personas de piel blanca y con tanto pelo en la cara. Estaban divididos en
comunidades alrededor de la isla y cada comunidad tenía un jefe o cacique que
los dirigía. Una de esas comunidades
vivía en el pueblo que hoy conocemos como Cabo Rojo. Allí el cacique se llamaba Guaya y era un
taíno de piel dorada que era reconocido como un jefe valiente que defendía a su
pueblo sin miedo ante el abuso de los nuevos conquistadores.
El jefe
Guaya veía el maltrato que los españoles le daban a su pueblo alrededor de la
isla. Solía irse a pensar en soluciones
a lo alto de una de las montañas de su pueblo.
Siempre se decía a sí mismo:- "Aunque estos blancos quieran
destruirme, nunca me rendiré. Mi raza
será recordada por todas las personas a través de toda la eternidad". -
Un día vio cómo un español de nombre
Gerardo golpeaba a una mujer taína porque ésta no quería amarlo como él
pretendía. La pequeña Ariché se resistía a estar con el Capitán Gerardo
porque amaba a un joven de la tribu llamado Nahua. Ariché significa atardecer y Nahua significa
agua, por eso los amantes decían que antes de abandonar su amor morirían juntos
para que nadie olvidara su amor. Por eso
vemos que el momento más hermoso del atardecer se ve sobre las aguas del
horizonte. El cacique Guaya ayudó a los jóvenes a escapar del Capitán español y
vivieron escondidos muchos años hasta que el cruel militar los encontró y les
dio muerte a ambos. Guaya lloró en lo
alto de su montaña, pero no dejó de decirse a sí mismo: :- "Aunque estos
blancos quieran destruirme, nunca me rendiré.
Mi raza será recordada por todas las personas a través de toda la
eternidad". -
Muchos
abusos trató de evitar el buen jefe Guaya ante el abuso de los españoles. Vio cómo su raza se mezclaba con otras dejando
atrás su propia personalidad. Enfrentó epidemias que los españoles trajeron en
sus cuerpos que mató a cientos de taínos.
Pero en sus oraciones siempre existía la promesa que se hizo a sí mismo:
:- "Aunque estos blancos quieran destruirme, nunca me rendiré. Mi raza será recordada por todas las personas
a través de toda la eternidad".-
Años más tarde Guaya murió en su
montaña, solo y sin la compañía de su mujer.
Murió con el dolor de no haber evitado la tragedia de su pueblo, pero
con la esperanza de que nunca fueran olvidados. Sus restos físicos se mezclaron
con la tierra fértil de la montaña y de ellos floreció un árbol hermoso de
blanco tronco. La corteza gris pálida, áspera y acanalada; posee de tres a
cinco pares de hojuelas recordando la mezcla de razas de lo puertorriqueños. Lo
más significativo de este árbol es que es reconocido por su madera como la más
dura del mundo. Hoy día se utiliza para
hacer hélices de avión por su dureza.
Todo el mundo conoce este árbol que tiene como nombre "Guayacán". La promesa del cacique Guaya se vio cumplida
y todos en el planeta reconocen la dureza de este árbol y la promesa cumplida
por el universo al cacique Guaya que siempre dijo que su raza sería recordada.
El abuelo
Surem dio por terminada su historia con lágrimas en sus ojos. Su cuento le recordaba la historia de los
taínos en tiempos de la conquista española y sabía que su raza estaba casi
extinta a causa de aquellos eventos de la historia. Pero al mirar el árbol de Guayacán que había
en su patio en lo alto de la montaña, su corazón palpitaba con fuerza pensando
en la valentía de su pueblo en momentos de crisis cuando lucharon hasta la
muerte por su gente. El abuelo Surem siempre ve al cacique Guaya en el fuerte
tronco del Guayacán.
Fin
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