Somos más, pero no hacemos nada.
Vivir en una sociedad donde hay muchas personas parece ser un evento que anima a muchos. Compartir con amistades, conocer gente nueva y reunirnos de vez en cuando a disfrutar es una costumbre que tenemos los boricuas. Trabajamos cada día para ganarnos el pan para nuestros hijos y los ayudamos durante toda su vida hasta que un día cerramos los ojos para siempre. Es algo que nos caracteriza, nunca dejamos de ser padres y nuestros hijos nunca dejan de ser protegidos por nosotros. Así nos criaron nuestros padres y así somos nosotros y nuestros hijos serán así. Esa es parte de nuestra forma de ser, la forma de ser de un puertorriqueño.
Es evidente que nuestra sociedad está pasando por un mal momento en estos días. Demasiada criminalidad en nuestras calles. Los jóvenes se están matando unos a otros por jugar al narcotráfico y quemarse las manos con el trabajo del diablo. Los pequeños ciudadanos están siendo atropellados y manchados por personas que han perdido su humanidad en algún momento de su vida. ¡Esto no puede continuar! Es demasiado dolor para las personas más felices del mundo; los boricuas.
Hay una solución muy cerca de nosotros y estamos tan ocupados que no podemos darnos cuenta de que esta ahí, esperando ser descubierta y utilizada para librarnos de esta locura masiva de algunos. TENEMOS QUE CONVERTIRNOS EN PROTECTORES DE NUESTRA GENTE. Todos tenemos que tomar la iniciativa de ser los vigilantes nocturnos de las familias. Ser vecinos vigilantes y astutos. Tenemos que delatar las injusticias que vemos todos los días y acudir a los foros pertinentes, según sea el caso. No podemos seguir callando cuando vemos que alguien se sale de la ruta de la dignidad. No podemos seguir dejando que “la privacidad” mal definida sea la dueña de nuestra propia conciencia.
Nadie puede reclamar privacidad si comete un acto delictivo que daña a otras personas. En el momento que una madre o un padre maltrata a sus hijos y los golpea indiscriminadamente, pierde todo su derecho a ser una persona privada. El crimen contra los pequeños es un problema de la sociedad entera y debemos declarar a viva voz lo que ocurre y salvar la vida de los niños puertorriqueños. No es posible que veamos a los vecinos tratar a sus hijos como si fueran esclavos y quedarnos con la boca cerrada. No es posible que veamos a los jóvenes drogarse y no hacer nada por conseguirle ayuda. No es posible que conozcamos a un líder del narcotráfico en nuestra comunidad y no denunciarlo. NO ES POSIBLE esta conducta de ojos cerrados porque NO es natural que el humano sea así. No esta dentro de nuestra naturaleza permitir el maltrato ni la destrucción. Por eso es que nos estamos sintiendo agobiados y frustrados con nosotros mismos porque estamos actuando en contra de nuestra naturaleza humana.
Vamos a transformar la sociedad en esa sociedad del tiempo de nuestros abuelos donde no existían rejas que nos encerraran en nuestras propias casas. Una sociedad donde reinaba el respeto por la vida de los seres humanos. Convirtamos esta guerra del mal en un paraíso boricua. Ya no podemos seguir siendo inmóviles. Es tiempo de actuar de declarar que no vamos a seguir permitiendo que se nos dañe el país. Está en nuestras manos evitar este debacle que pronto acabará con nuestra hermosa cultura. Somos muchos más los que queremos hacer el bien que los que quieren hacer el mal. Por ser mayoría seremos lo que ganaremos esta batalla por la salvación de nuestra raza. Hay que activar la sangre del taíno que corre por nuestras venas y dejar de ser débiles. Hay que coger coraje y convertirnos en los guardianes de nuestro pueblo. Cuidarnos las espaldas unos a otros y dejarnos de estar lamentándonos. Con decir “esto está malo” no resolvemos nada. Hay que actuar y luchar por nuestra gente. Levantemos la voz de alerta en cada esquina y vigilemos; somos muchos y ganaremos esta batalla. Activemos el orgullo de llamarnos puertorriqueños y comencemos a dejarnos sentir. Nadie podrá ayudarnos si continuamos con los brazos cruzados. Ahora la situación es de todos y todos somos responsables de los demás. Yo soy puertorriqueña y no permitiré que nadie arruine mi país.
¿Qué vas a hacer tú?
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